“El periodismo actual es absolutamente mercenario, sectario, al servicio de unos intereses económicos que serán todo lo legales que queramos, pero que son muy poco legítimos. Yo el periodismo lo veo cada vez peor, alineado al pensamiento único, y creo que realmente no se está pensando en el interés público”, me contaba Rosa María Calaf este miércoles en la cafetería del Círculo de Bellas Artes de Madrid, media hora antes de la presentación de la trepidante novela ‘La kamikaze’ (Esfera de los Libros). Y a su lado, la autora del libro, Mayte Carrasco, reportera de guerra freelance que recibirá de manos de los Príncipes de Asturias el próximo 18 de abril un premio por su buen hacer periodístico, añadía: “Yo veo la situación actual del periodismo desastrosa. El sector está en pleno derrumbe y no se salva ni la prensa, ni la radio, ni la televisión. Hay una pérdida de rumbo absoluto. Y creo que lo único que podríamos hacer es volver al periodismo de verdad, al real”.
Rosa María Calaf y Mayte Carrasco, ayer por la tarde, en el café del 'Circulo de Bellas Artes de Madrid". Foto: CC
“También quiero denunciar -continuó Mayte, después de dar un bocado minúsculo a su sandwich de york y queso- la soledad de los freelance. Los periodistas autónomos no deberíamos estar tan solos. No tenemos detrás una redacción ni una empresa que nos arrope, y creo que debería haber un apoyo, una cobertura legal que nos defienda de abusos laborales que sufrimos”.
Yulia, la protagonista de la novela, además de freelance es una reportera de guerra desengañada de la vida. “Es la antiheroína. Ha vivido muchos desastres emocionales y se encuentra en un punto en que le da igual vivir o morir. Por eso se va a la guerra y por es La Kamikaze. En Afganistán se encontrará a los escuadrones de la muerte, responsables de las sanguinarias operaciones de castigo contra la insurgencia, y una trama de poder y corrupción que irá descubriendo. Es una novela negra”, explicaba Mayte, que no se considera kamikaze (“soy muy prudente”) ni particularmente valiente pero que acaba de regresar de Siria (logró entrar en Homs, y sobrevivir) y ha cubierto en los últimos años la guerra civil en Libia, la revolución egipcia, la guerra sucia del Kremlin en Chechenia e Ingushetia o el conflicto de Afganistán.
Mayte Carrasco, en el patio de una casa siria, en la provincia de Homs
“Es que tampoco entiendo mucho esta tendencia que hay ahora de darle más importancia al reportero de guerra que a lo que pasa en el conflicto. En algunas entrevistas, me preguntan: ‘¿cómo sobrevives allí?’, a lo que yo contesto: ‘No es cómo sobrevivo yo, es cómo sobreviven ellos”, dijo entonces Mayte mientras Calaf, una maestra para Mayte, asentía con la cabeza. “A la hora de cubrir los conflictos, se ha acostumbrado a la audiencia a una estética cinematográfica de la violencia, casi como si lo que hubiera que hacer es una secuencia de una película. El periodista no tiene que demostrar que es Rambo sino ser honesto”, explicó Rosa, que fue jubilada-obligada por TVE hace unos cuantos años, pero que está más guerrera que nunca. “Ja, ja. Y es que si no digo ahora lo que pienso, ¿cuándo lo voy a decir? No tengo nada que perder. Otra cosa es cuánto tiempo nos dejen seguir diciéndolo”.
Calaf y Mayte, en la presentación. Foto: CC
Media hora más tarde de este encuentro, ya en la (abarrotada) presentación en el Centro Cultural Blanquerna, Calaf insistía: “Estamos creando una sociedad que reduce lo diverso, que destruye el pensamiento y la capacidad de análisis, que reemplaza los problemas reales por otros imaginados. La sociedad del todo vale, algo en lo que no cree Mayte Carrasco”, y ésta, que escuchó esto último no sin cierto sonrojo, dijo: “Le voy a pedir al cámara que me dé la cinta para escucharla en los momentos de tristeza y soledad”. Risas.
Momentos de tristeza y soledad también vive, y me temo que muchos más, su protagonista, Yulia, de la que podríamos decir que cualquier parecido con Mayte es pura coincidencia. “Yulia no soy yo. Yo también tengo una navaja y duermo con ella en los conflictos en la mesilla de noche, por si acaso, y a mí también me regaló un compañero, para consolarme el día que perdí mi maleta en Siria, unos zapatos de Prada rojos que encontró en el Hotel; Como ella, he conocido algún caso de ‘Inalámbricos’, esos hombres tan de actualidad con los que Yulia se da de bruces constantemente y que son hombres que no quieren compromiso y que sólo te hablan por WhatSapp. Pero más allá de estas pequeñas anécdotas, ella tiene su propio carácter, su personalidad, y su experiencia no coincide con mi experiencia personal. Yo ahora la veo como mi mejor amiga. Y por supuesto me ha servido mi experiencia para transmitir las emociones que se sienten cuando estás en un conflicto”.
Las emociones de los conflictos las ha cambiado Rosa María Calaf por las emociones de la vida. Después de toda su vida informando desde todos los lugares del mundo para TVE ahora, lo que menos le apetece, es quedarse paradita en su casa de Barcelona. “Allí tengo la base. Pero aunque siempre he pensado que hay que aprovechar cada minuto, ahora lo tengo más claro que nunca. Y sí, lo que más me sigue gustando es viajar. Tengo amigos por todo el mundo y me gusta mucho ir a verlos. Hacer viajes largos. En diciembre me fui a México, la Costa del Pacífico, EE UU, Arizona, Nuevo México, Utah, parte de California, y de ahí me fui al Pacífico, Taití, Kiribati, Nueva Caledonia… Y ahora a finales de mayo me voy de nuevo un mes y medio”.
Y entre viaje y viaje, dice lo que piensa libremente. Como por ejemplo que Sara Carbonero“hace un flaco favor a la mujer y al periodismo, pues frivoliza la imagen de la mujer y contribuye a que la apariencia sea más importante que el contenido. Ella no tendrá esa intención, seguramente, y yo no tengo nada en contra de ella, pero creo que para eso es mejor dedicarse al espectáculo o a hacer mamarrachadas en la tele que a la información”. O esa frase que suele decir cuando un joven periodista la mira atentamente y le hace una pregunta trascendental: “La vida hay que vivirla mirando hacia adelante, pero sólo se puede entender mirando hacia atrás”.
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